ENTREVISTA A SARA A. PALICIO
Sara Alonso Palicio (La Felguera, Langreo, 1991) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Con Las costumbres vacías (Trabe, 2015), fue merecedora del Premio Asturias Joven 2014. En 2016, con Los cuerpos de tu nombre, ganó el VI Concurso Literario de la Universidad de Oviedo.
¿Qué es ser poeta para Sara A. Palicio?
Ser poeta es buscar el sentido verdadero de las cosas a
través de las infinitas ficciones que nos brinda la palabra. Comparto la idea
que sostenía Octavio Paz cuando decía que los poemas eran cifrados de la
realidad, dobles del universo, por eso entiendo que al escribir poesía está en
nuestras manos -y en nuestras voces- la insólita capacidad de poner a la vida
contra las cuerdas.
Uno de los apartados de tu libro Las costumbres vacías (Trabe, 2015) se titula Acto de ausencias.
¿Con qué palabra te definirías? ¿Qué palabra te haría estar ausente?
Acto de ausencias es el corazón de Las costumbres vacías, son poemas que escribí rodeada de un
silencio atronador y que contienen la esencia del libro porque, en su conjunto,
forman un canto sincero al dolor y a la vida. Con todo, creo que si tuviera que
definirme con una palabra posiblemente fuera la resiliencia de la que nació
este poemario. Para estar ausente, me basta el silencio.
¿Hay algo a lo que no se acostumbre jamás un poeta?
Supongo que eso es algo que depende de muchas variables,
empezando por el propio poeta. Por fortuna o por desgracia, aún no he
encontrado nada a lo que podría negarle la rutina.
¿En qué momentos y cómo escribes?¿Qué es más importante, reescribir
o corregir?
En la creación soy muy caótica y suelo estirar mucho la que
considero como la primera etapa de la escritura, esa que tiene como único
soporte el pensamiento. Formulo y mastico la idea y las palabras que la rodean
hasta que consigo darles un cuerpo medianamente firme. Después vienen el papel,
los primeros ajustes, el reposo, la relectura y las correcciones, cuya densidad
muchas veces me coloca ante un proceso de reescritura del que no soy consciente
hasta que el poema se ha cerrado del todo. Creo que la fluidez con que se
desarrollen estas fases depende además de muchos factores, especialmente mi
situación como lectora.
¿Con cuál de tus poemas, entre los publicados, te quedarías
y por qué?
Me quedaría, sin duda, con los tres sonetos que abren «Acto
de ausencias» y que forman un conjunto imprescindible para mí. Son poemas que
nacieron con una naturalidad abrumadora y al calor de un momento de
introspección y dolor (quizá más bien a pesar de su frío).
¿Cómo te sientes y cuál es tu actitud ante lo ya escrito y
publicado?
Me siento cómoda con la gran mayoría de mis poemas
publicados, aunque no niego que haría correcciones en algunos de ellos si
pudiera. En cualquier caso, creo que es muy pronto para mirar atrás, igual que
creo que la voz poética es una materia que se moldea constantemente, sin que
sus sucesivos estadios impliquen por necesidad la negación de la palabra previa.
¿Te apetecería descubrirnos algún poeta? ¿Algún libro de
cabecera?
Gracias a una valiosa recomendación he descubierto hace poco
la voz directa y sincera de Ricardo Defarges, un poeta que alcanza en sus
palabras la verdad de un tema tan complejo de abordar con nitidez como es la
soledad.
Respecto al libro de cabecera, toda Alejandra Pizarnik.